Carmen Riu: “Me decidí por el peso del legado”
Carmen Riu es la consejera delegada de RIU Hotels & Resorts, un pequeño negocio vacacional que levantaron sus abuelos y su padre en 1953, hoy convertido en un grupo hotelero con presencia en 19 países, según apuntan en su web. Creció en uno de los hoteles del grupo, oyendo hablar del negocio en las comidas y las cenas. “Que en los ratos de las comidas se hablara siempre de trabajo conllevó que a la hora de la verdad quisiera irme”, explica en una entrevista publicada en la edición impresa de Expansión.
“Decir que no quería trabajar en RIU tras acabar la carrera fue el mayor disgusto que le di a mis padres”, añade. Había estudiado en Barcelona y tenía la opción de seguir trabajando allí, “pero no fui capaz de resistir la brutal presión emocional”, reconoce. Así que “en el momento me decidí por el peso del legado” y a los 21 ya era directora de un hotel. Aunque empezó desde abajo, trabajando los veranos en el economato, y en estos empleos “aprendí a trabajar, a sufrir y a no dormir por la noche por culpa de un problema”.
Cuando su padre murió, en 1998, Carmen Riu quiso que su hermano Luis fuera consejero delegado, pero “él decidió que lo fuéramos los dos”. Desde entonces, dirigen el negocio juntos. Asegura que “el éxito de esta fórmula se basa en la confianza” y que es “una ventaja” llevar el peso de las decisiones entre dos espaldas.
Explica que nunca le ha pedido a sus tres hijos que trabajasen en la empresa familiar. “No hay protocolo familiar, pero sí reuniones asiduas y espero que alguno quiera y valga”. De momento, su hijo Joan es el director financiero de la compañía y su hija hará las prácticas de su máster en RIU.
Es consciente de que “la sucesión está cerca y es una gran responsabilidad; hay que decidir lo que sea bueno para la empresa y para la familia, que no hiera sentimientos”. Cuando llegue el momento, el testigo pasará a los seis miembros de la tercera generación: “el futuro es suyo”, dice Carmen Riu.
COMENTARIO DE LA CÁTEDRA
Las declaraciones de Carmen Riu son un equilibrio entre lo que los que nos dedicamos al estudio de la empresa familiar recomendaríamos y lo que diríamos que son prácticas de alto riesgo. Sus declaraciones y los resultados de la empresa que codirige vienen a demostrar, una vez más, que en empresa familiar no hay reglas universales. Cada familia es cada familia y cada caso es cada caso. Si hay confianza, como es el caso, se pueden contravenir las recetas estándar sin mayores riesgos.
Fuente: Expansión, edición impresa (2 de octubre de 2016)