¿Por qué es importante conocerse y gestionarse a uno mismo cuando se toma el mando de la empresa familiar? (2ª parte)
En la primera parte de este artículo vimos la importancia que tiene el autoconocimiento para lograr una cohabitación saludable entre predecesor y sucesor durante el proceso de sucesión. Descubrimos también cómo influye la personalidad en nuestro modo de comportarnos y de relacionarnos con los demás.
Los rasgos de personalidad son como dos caras de una moneda: si se desconocen o no se gestionan adecuadamente pueden llegar a ser una debilidad que amenaza el funcionamiento autónomo y competente de la persona, pero bien gestionados pueden ser una fortaleza que dote al individuo de seguridad en sí mismo, sentido del humor, entusiasmo e iniciativa.
En la tabla 1, se presentan, a modo de ejemplo, algunos de los rasgos de personalidad [1] que pueden afectar al proceso de sucesión, mostrando sus dos caras: inmaduro/disfuncional y maduro/saludable y el estilo de liderazgo que puede ir asociado a cada rasgo de personalidad.
Tabla 1. Rasgos de personalidad (inmaduros/maduros) y estilos de dirección en el proceso de sucesión
Recordemos el ejemplo de Daniel que vimos en la primera parte: hace un año que Daniel Martínez ha tomado el mando de la empresa familiar fundada por su padre y dedicada al sector alimentario en Chile. Desde el primer momento, Daniel se ha sentido capaz de asumir el reto: se considera una persona ambiciosa y con capacidad de liderazgo. Sin embargo, el traspaso de liderazgo no está siendo tan fácil como esperaba: la comunicación con su padre se ha vuelto fría y distante, la relación de Daniel con sus colaboradores también es tensa. Su equipo directivo se siente poco valorado y Daniel se siente frustrado y furioso, pues considera que bajo su batuta de líder excepcional no hay lugar para el desánimo. Pero su padre no ve la situación del mismo modo e incluso le ha llegado a sugerir que se replantee ciertos aspectos de su estilo de liderazgo.
En este caso, podemos ver un rasgo de personalidad narcisista fuera de control, que está generando problemas en su liderazgo. Sin embargo, en la otra cara de la moneda, Daniel puede encontrar las fortalezas de un rasgo de personalidad narcisista bien gestionado que le darán seguridad en sí mismo, sentido del humor, entusiasmo e iniciativa, haciéndole un excelente gestor de la empresa familiar. En este sentido, el autoconocimiento es fundamental para lograr un equilibro psicológico y una estabilidad emocional y, por lo tanto, experimentar un exitoso proceso de sucesión.
En la tabla 2 presentamos un sencillo ejercicio de reflexión para comenzar a reconocer nuestros rasgos de personalidad.
Tabla 2. Ejercicio para comenzar a reconocer nuestros rasgos de personalidad [2]:
Conocerse y gestionarse a uno mismo
El conocimiento de uno mismo implica conocer nuestras fortalezas, así como nuestras principales tendencias, patrones de conducta, hábitos, rasgos temperamentales, anhelos, motivaciones y también saber interpretar y gestionar nuestras emociones adecuadamente en cada situación.
Por ejemplo, si Daniel tiene conocimiento sobre su rasgo de personalidad narcisista, cada vez que se reúna con su equipo directivo y su tendencia de querer ser el protagonista de la reunión aparezca, será capaz de gestionarla conscientemente deteniendo su “piloto automático disfuncional”. Desde el autoconocimiento, Daniel podrá elegir relacionarse con su equipo directivo de forma cálida y con un alto grado de empatía, creando el espacio de confianza necesario para que las fortalezas de los miembros de su equipo directivo emerjan aportando valor a la reunión.
Conocerse y gestionarse a uno mismo es un proceso que a menudo puede generar miedo a mirar hacia el interior de uno mismo y conocer quiénes somos realmente, por lo que debemos ser conscientes de los beneficios que este camino nos brinda. Partiendo del conocimiento de nuestra personalidad, podremos establecer relaciones saludables en la empresa familiar y llevar a cabo un traspaso de liderazgo exitoso.
En el caso de Daniel, el primer paso es percibir un problema o “algo a afrontar” con respecto la manera que tiene de relacionarse con las personas que le rodean, este es un síntoma positivo y necesario para comenzar el proceso de conocerse y gestionarse a uno mismo. Para mejorar su autoconocimiento, Daniel deberá tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Reflexionar sobre sí mismo: Conocer y aceptar sus fortalezas, así como sus patrones de conducta y de pensamiento, y en general su personalidad. Este hábito brindará a Daniel equilibrio, porque podrá reconocer sus emociones y gestionarlas adecuadamente con respecto a las situaciones que encuentre y con respecto a la gente que le rodea. Esto le servirá para conocerse cada día un poco más y corregir patrones o hábitos que vayan en contra de su proyecto de plenitud personal.
- Saber escuchar: implica que Daniel preste atención y muestre interés por lo que la otra persona dice, aprovechando la retroalimentación sobre su persona que le brindan quienes le Es recomendable tener un rol activo y pedir a las personas cercanas que nos den feedback sobre nuestros patrones de comportamiento repetitivos que muchas veces son “puntos ciegos” para nosotros.
- Tener un marco de referencia: es importante que Daniel cuente con un conjunto de valores y principios que den estructura a su manera de entender la vida. Es vital que realice el ejercicio de reconocer sus valores y tenerlos presentes en su actuar cotidiano. Este grupo de valores apoyará sus autoreflexiones y la retroalimentación que reciba sobre su persona de los demás.
A modo de conclusión, es importante mencionar que el conocerse a uno mismo no es una meta, sino un proceso, y está orientado a descubrir dentro de nosotros mismos cuáles son las fortalezas que nos hacen únicos, así como las trampas en las que caemos una y otra vez al interactuar con los demás. Mediante este trabajo de introspección podemos ser más conscientes de qué es lo que realmente nos mueve a la hora de relacionarnos con la empresa familiar y cuáles son nuestros deseos y anhelos personales. Todo esto nos permitirá relacionarnos con los demás de modo cálido, íntimo y con sentido amplío de nosotros mismos y de los otros, y dotándonos de generosidad, magnanimidad y preocupación por el legado familiar.
Lucia Ceja, investigadora de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE
Referencias
[1] Clasificación basada en el American Psychiatric Association “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V)”, quinta edición, 2014.
[2] Adaptación de las notas del profesor Joan de Dou (2014). MBA IESE Temperamento, rasgos y tipos de personalidad.
Para saber más:
- Ni enredados ni desprendidos: la importancia de equilibrar la cohesión y la autonomía en la familia empresaria, por Lucía Ceja
- La transición del liderazgo: el gran reto de suceder al padre o a la madre al frente de la empresa familiar, por Lucía Ceja
- Los conflictos afectivos: una guía práctica para gestionarlos, por Josep Tàpies