La Fageda prepara el relevo de su fundador con una hoja de ruta

La Fageda nació en 1982 para promover la integración sociolaboral en la Garrotxa (Girona). Hoy factura 13 millones de euros y sus yogures están entre los más vendidos de Cataluña.  Su fundador, Cristóbal Colón  (PDG ’98), ya ha cumplido los 65 años y tiene preparada la hoja de ruta para evitar que su marcha afecte a la cooperativa.

Según han explicado fuentes de La Fageda a La Vanguardia, el objetivo es «que se mantenga el espíritu del proyecto, de origen social y con dimensión empresarial, y que este funcione independientemente de quién sea la persona que esté al frente». Y es que la sucesión es un reto al que se enfrentan todo tipo de empresas, tanto familiares como no familiares.

El proceso de transición será progresivo. Organizativamente, La Fageda se estructura en dos partes: la Fundació de Serveis Assistencials de la Garrotxa (SAG), que se ocupa de los servicios asistenciales, y la Fundació Sentit, encargada de la gestión de la actividad comercial. Actualmente, Colón es el presidente ejecutivo de ambas fundaciones.

El primer paso será incorporar a un director general que asuma la gestión de la cooperativa, acompañado por el propio Colón, que seguirá ocupando durante unos años la presidencia de la cooperativa. El fundador de La Fageda también seguirá al frente del patronato de la Fundació Sentit, el órgano formado por varios profesionales independientes que está elaborando un estatuto de buen gobierno y buenas prácticas para guiar este proceso de sucesión.

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COMENTARIO DE LA CÁTEDRA

Aunque La Fageda no es una empresa familiar, su promotor Cristóbal Colón nos inspira con su ejemplo de retirarse con una “hoja de ruta” en plena expansión de su proyecto, una decisión valiente para cualquier fundador.  Sus palabras denotan fuerza para transmitir la ilusión por un proyecto social ambicioso impulsado por una empresa de éxito.

Para facilitar el paso final y cerrar el proceso sucesorio con broche de oro, Cristóbal Colón nos muestra la importancia de preparar la transición con tiempo, lo cual permitirá mantener la estabilidad en la estrategia empresarial, el uso racional de los recursos  y el equilibrio del liderazgo. La empresa familiar en primera generación generalmente tiene una estructura organizativa simple, dentro de la cual, el equipo directivo se adapta completamente al estilo y la personalidad del fundador, por lo que los sistemas de coordinación e integración están hechos a la medida del fundador. Cuando se realiza la transición generacional, es necesario diseñar una estructura de responsabilidades directivas que se adapte mejor al nuevo liderazgo.

En el caso de La Fageda, el proceso de transición será progresivo y Cristóbal Colón acompañará al nuevo director general durante unos años para “que tenga tiempo de asimilar las características diferenciales del proyecto”. Estos años juntos entre predecesor y sucesor dan lugar a la transmisión del legado. Es un período  clave  para la continuidad y el éxito de cualquier empresa familiar, que ofrece una oportunidad ideal para reformular el rumbo del proyecto familiar y renovar sus energías para afrontar los constantes cambios en las condiciones del mercado y en las exigencias competitivas.

Desde el punto de vista del predecesor, Cristóbal Colón nos muestra el lado positivo de dejar el mando del negocio: ocupar cargos en los órganos de gobierno desde donde se pueda aportar conocimiento y experiencia a la empresa, sin interceder en la gestión del sucesor.

Asimismo, descubrir nuevos proyectos vitales, el involucrarse en actividades (fuera de la rutina diaria de la empresa familiar) que requieran concentración, que hagan aumentar nuestras habilidades y que produzcan cierto desafío, nos llevará a disfrutar de esta nueva etapa vital.

El momento en el que el fundador deja su cargo coincide con la etapa vital en la cual la persona estará lista para aplicar a su día a día la sabiduría que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida. Adoptar un enfoque positivo y orientado al futuro es muy valioso para el fundador que se retira del negocio familiar. Al dejar el mando del negocio, se puede dedicar más tiempo al autoconocimiento y regocijarse ante el desarrollo de la empresa familiar, como dijo en su día Gaudí: «No hay que lamentar que yo no pueda terminar la Sagrada Familia. Yo me haré viejo, pero otros vendrán detrás de mí. Lo que hay que conservar siempre es el espíritu creador, su vida tiene que depender de las generaciones que se la transmiten y con las que vive y se encarna».

FUENTE: La Vanguardia (16 de noviembre de 2014)

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